jueves, 28 de marzo de 2013

Desapego balompédico

Un fenómeno extraño se ha apoderado de mí durante esta temporada futbolística, he perdido gran parte de la ilusión que antaño me movía a amar al fútbol sobre casi todas las cosas. Alguno puede pensar que eso es porque soy de algún equipo que no gana casi por decreto o porque me ha entrado una pasión repentina por algún arte como la pintura. Pues ni una ni otra son razones que puedan servir para mi caso.

El fútbol actual y más concretamente el que se practica a nivel profesional en España carece del atractivo que hace un tiempo lo hacía especial. El "dopaje financiero" y la mala gestión de los que se han creído con capacidad para gastar sin medida lo que no es suyo (¡ay si solo fuera el fútbol!), han hecho que hoy día cualquier equipo que no vista de blanco inmaculado o de blaugrana sea una mera comparsa abocada a ser poco menos que aplastada en su intento de pelear por alguno de los minutos de gloria que los fuertes malgastan diariamente. Se ha pasado de las gestas de los llamados "modestos", al dominio insultante de los que asfixiando a los demás no han reparado en que mientras esto suceda, están perdiendo cada vez más lo que antes les hacía más fuertes, temidos y admirados: la competencia.

¡Qué decir de la pérdida de valores! Personalmente me avergüenza ver cómo el fútbol, que podría ser una herramienta extraordinariamente útil para transmitir valores cívicos, hoy más que nunca imprescindibles en nuestra sociedad, en ocasiones se ha convertido en un circo donde la burla, la trampa, el desprecio al rival y hasta la violencia han sustituido al afán de superación, el respeto al contrario y la humildad, entre otros. Si a eso le sumamos que algunos de los foros más importantes de los que rodean al llamado "deporte rey" se han transformado en altavoces y hasta portavoces de los protagonistas de tan lamentables actuaciones, el desastre es de dimensiones enormes.

A pesar de ello, conviene no generalizar y es justo reconocer que afortunadamente aún quedan equipos y jugadores que muestran que el trabajo puede vencer al mejor de los talentos si éste no se cultiva, le pese a quien le pese. ¿Pero de verdad eso le importa a alguien? Estoy harto de ver cómo tras una gran gesta de un equipo "humilde", se le resta méritos y el análisis pasa al "qué mal día" del equipo "económicamente dopado". Harto de ver como cuando un aficionado muestra su malestar ante la falta de entrega de un jugador, se abran debates sobre el poco tacto del hincha con alegatos del tipo "con lo que ha dado ese jugador en el pasado", obviando que en el deporte al más alto nivel se vive del presente y en el fútbol profesional de lo que se da en el campo cada 3 o 7 días. Harto, en fin, de ver cómo se emplea la palabra afición para enmascarar opiniones personales que en muchos casos no se han formado del análisis serio y riguroso.

¿Hasta dónde hemos llegado? En mi opinión hasta el punto de que o se pone remedio a esto, principalmente por parte de los que mandan y por los que lo rodean, o el fútbol acabará por perder la esencia que un día lo hizo "deporte rey". Pero el reto también es para nosotros, aficionados. Por extraño que parezca, si nos dejamos llevar por el desánimo y abandonamos a nuestros equipos por humildes que sean, el "negocio" se habrá comido al fútbol y ya no habrá marcha atrás. Yo lo tengo claro, al mal tiempo, análisis serios de lo que aún sigue siendo fútbol de verdad. De Bankia, Rosells, Florentinos y demás artistas invitados que se encarguen otros.

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