viernes, 27 de septiembre de 2013

El aficionado no sólo tiene derechos

La semana pasada disputaba el primer partido de pretemporada con el equipo de fútbol sala que, junto a un amigo, entreno. Un amistoso entre dos conjuntos juveniles de primera. Nos desplazábamos a un pueblo cercano a Valencia para empezar a engrasar la máquina de cara a un año ilusionante. 

Todo parecía ir con normalidad cuando, de repente, se montó una tángana. Dos jugadores se enzarzaron hartos de recibir patadas uno del otro, algo reprobable pero habitual. La cosa no llegó a más pese a que, alentados por su público, todo el banquillo local se levantó para hacer un 15 contra 1. La actitud dista mucha de la corrección en una pista de fútbol sala, pero al acabar todos se dieron la mano. "Lo que ocurre en el campo, se queda en el campo" como dicen los jugadores de Rugby. El fútbol es un deporte de contacto, y aunque hay que ser siempre deportivo y limpio, estas cosas por desgracia pueden pasar. Incluso el árbitro (que había sido un muchacho del pueblo) se disculpó por haber provocado a los visitantes de forma insensata durante el encuentro (lo que hay que ver y oír a veces de técnicos y responsables que no dan ejemplo...)

Pero lo peor estuvo en las gradas: escupitajos, insultos y provocaciones, los aficionados llevaron el partido más allá. Aleccionaron a los suyos a ser agresivos, calentaron los partidos de liga que vendrán y ensuciaron el bonito espectáculo. Y lo que es peor, dejaron la imagen de su club y de la localidad por los suelos. Todo en un partido amistoso, de categorías inferiores y en un deporte minoritario. Así es. Podemos escuchar que si la afición del Real Madrid es tal o la del Barcelona cual, que si el Calderón es no se qué o el Madrigal es equis... esos prejuicios muchas veces se lo ganan a pulso. Debemos hacer un ejercicio de autocrítica y de responsabilidad para con nuestros clubs y dejar de hacerles flacos favores. Antes de cantar "mercenarios" a los jugadores deberíamos mirarnos el ombligo. Nosotros, como afición, también tenemos obligaciones. Djukic estaba en la cuerda floja hace dos partidos, Mestalla es "impaciente". Son las gradas las que, con su impaciencia, aprietan a presidentes a tomar medidas poco inteligentes y nada meditadas muchas veces.

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